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Hace un par de días de forma, digamos «premonitoria», me hicieron una entrevista para una investigación de grado sobre la comunicación en el activismo. La entrevistadora me dijo que, debo amar mucho a los animales para hacer lo que hago durante tanto tiempo y sin remuneración.
-Sí, los amo- respondí -pero primero, los respeto y eso es más importante. No acciono por algo que surge de mí, lo hago por algo que ellos merecen-
Desde mi perspectiva, el problema es precisamente, la «gente de buen corazón». El haber visto desde el principio el rescatismo como una «labor de amor» que hace «la gente buena», creer que con amarles ya es suficiente, ese es el problema.
Los rescatistas de personas se forman para serlo, puede que amen a su prójimo, pero adquieren conocimientos técnicos para accionar. Acá, como son perritos no más, seguimos hablando del «buen corazón», del «amor por los angelitos peludos» y con eso justificamos un montón de barbaridades.
El amor puede ser la llama piloto, pero jamás el motor de las acciones. He visto muchísimo maltrato producto del «buenismo», de verse a sí mismxs como héroes y heroínas, como seres iluminados que están por encima de resto de los mortales y, precisamente ese «manto celestial» les impide ver a quien debería ser el centro de las acciones, la víctima.
No hay universidad que a uno le avale como rescatista de perros y gatos, pero sí hay donde aprender y sí hay de quien aprender pero primero, hay que bajarse de los altares.
Se llaman «rescatistas» y no saben rescatar.
Se llaman defensores y someten al animal a condiciones de maltrato.
Se llaman «activistas» y no se activan en defensa, solo reaccionan.
Se quejan de las leyes y las autoridades y cuando hay que trabajar en política pública y frontear al sistema no aparecen.
Se llaman «animalistas» (🤦🏽‍♀️) y solo les interesan los perros y los gatos.
Me van a disculpar (o no) pero a la mayoría de gente no le interesa «el perro», le interesa como les hace sentir ver su sufrimiento… accionan motivados por su propio dolor o para llenar carencias o vacíos existenciales.
Eso no es empatía, eso es antropocentrismo.
O sea, lo mismo que motiva el maltrato animal.
 
Maritza Rubianes Landázuri